viernes, 1 de octubre de 2010

Sombras de Amor

La luz del atardecer inundó la sala haciendo que los objetos me dolieran en los ojos. Las rojas plumas que se mecían con la brisa cobraron vida. Ya no eran simples recuerdos muertos. Al estallar bajo el reflejo del sol, trajeron el dolor de nuevo. El tiempo se detuvo de pronto, hubo un silencio. Luego, el pasado irrumpió en la estancia.
Ahí estaba, sangrando, gota a gota, despacio. Volví mi mirada al ayer, cuando aún latía con fuerza mi corazón impulsado por el amor. Aquel amor que se me colgó un día del ruedo del vestido, cuando caminaba a la orilla del mar. Amor que despertó mi alma dormida, que me elevó hasta el cielo, que me hizo crecer alas, que me llevó kilómetros y kilómetros descubriendo cosas nuevas en el camino. Amor que me dio todo y me quitó todo, dejando a su paso una estela de eterna soledad, amargura, sombras y muerte.
Ahora, cuando la luz dibuja los barrotes en la pared, húmeda y fría, como si fueran cintas, lo veo volviendo a mí, en silencio, oliendo a traición, besándome en la oscuridad. Besos de muerte.
Gloria Cabrera

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