¿Es más importante el camino o llegar a la meta?
Las personas que nacieron desfavorecidas en lo referente a temas dentales van a comprender mejor este relato.
Lisa y llanamente, utilizar aparatos para poseer una dentadura derecha y firme, es horrible. Doloroso. Feo.
Seguro que todos están de acuerdo en que el fin justifica los medios. Yo también. Creo.
Hace unos años que mi mejor amiga Meki, llevó a cabo el doloroso trabajo de emparejar su ya actual hermosa dentadura.
Meki fue al dentista puesto que siempre tuvo (y tiene) una fijación por ser lo más perfecta posible. Se realiza el alisado permanente cada tanto, utiliza ropa de marca que combina sin problema, y pesa 48 kg porque no acepta tener ni siquiera un pequeño rollito. Desea ser como todas aquellas chicas perfectas que actúan en las series favoritas que suele ver. En especial la novia de Vic. Ella estaba muy enamorada de Vic. Aunque ahora le gusta uno que se llama Show. Ah sí, mi mejor amiga es China. Pero vive en Argentina desde los once años.
La cuestión es que Meki tenía las paletas muy grandes y un par de dientes torcidos. Comenzó entonces con el duro trámite que duró nada más y nada menos que un año y medio. Cualquier persona que le pregunte a Meki cómo fue su experiencia recibirá una respuesta muy suelta de su parte similar a “no fue tan doloroso, a veces casi me olvidaba que lo tenía puesto”.
Tal vez es importante señalar que sus dientes quedaron impecables, y que ahora su figura se encuentra muy diferente a aquella época: No sólo por sus dientes y sus 48 kg, sino también por aquellas extensiones que se hizo en los ojos para tenerlos más occidentales.
Regresando al tema. Yo le creí, ilusamente, y pensé que utilizar aparatos iba a ser fácil. Pero no. Al principio el extensor me sacaba lágrimas. Cada vez que me ajustan el aparato no puedo comer, aunque por suerte tengo a mi amigo caldo con galletitas de agua sumergidas en él, que me acompañan. Y seguro, que si en este momento no tendría un fierro atravesándome el paladar (y semi incrustado en él), recordándome a cada instante que está ahí, esto sería más fácil.
Por eso, cuando venga un iniciado en el tema a preguntarme si duele utilizar aparatos dentales, le voy a decir que no, que casi no se sienten.
A veces me agarra nostalgia y quiero volver a ver a mi amiga Meki con sus ojos orientales y su cara con forma de pelota de futbol americano, aunque creo que esa chica se fue para siempre.
Igualmente, ustedes y yo, sabemos que el fin justifica los medios ¿no?
Jesica
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