Divagando un poco por los rincones de mi suntuosa imaginación, se me ocurrió el titulo de ahí arriba. La verdad que me parece lindo, pero también es tan amplio que dudo de mi capacidad en estos momentos de escribir una historia que esté a la altura del título. Por lo que, como necesito satisfacer al menos un poco mi sed de escritura, les paso a relatar lo siguiente:
Era el congreso Internacional de musas, estas chicas que se juntan una vez cada mil años para decidir el destino y rumbo del arte. Todas ellas estaban posadas sobre el pétalo de alguna flor en medio de un gran bosque, envueltas en una fulgurante luz y llenaban el lugar de colores y alegría.
Pero este congreso no era como el anterior, ni como el anterior al anterior, ni como el anterior al anterior al anterior… de a poco las musas se habían puesto frívolas, habían perdido esa magia que las caracteriza y ya su voz no alcanzaba a dulcificar el oído del poeta, ni a acariciar la mano del pintor.
A decir verdad, las musas eran una más egocéntrica que la otra. La mitad de la jornada se la pasaron discutiendo sobre quien era la más linda, la mejor vestida, etc.. Algunas exclamaban cosas como estas:
- Yo soy la musa verde, color de la esperanza, de la felicidad y la prosperidad; no hay jardín que sea bonito sin el verde para contrastar con las flores. Grandes poemas fueron escritos motivados por mí.
- Yo soy la musa azul, la naturaleza ha producido una gran parte de su hermosa apariencia con mi color. Todos los artistas se inspiran gracias al azul del cielo, de los mares y el océano.
En fin. Las musas, muy entretenidas en este tipo de discusiones, no llegaban a ningún acuerdo respecto a los nuevos caminos que debería llevar el arte. Sólo pararon la discusión cuando se dieron cuenta de que era hora de retocarse un poco el peinado y maquillaje. Usaron polen y néctar de los arboles circundantes y, por fin, se vislumbró algo de espíritu cooperativo.
El congreso llegaba a su fin y todas estaban preocupadas ya que no llegaban a tomar ninguna decisión. ¿Qué sería del mundo de los mortales sin el arte? ¿Qué sería de ellas si ya no podrían cumplir la función para lo cual fueron creadas?. La más sabia y vieja de todas las musas convocó a Zeus. Un resplandor gigante invadió todo el lugar. Las musas contuvieron el aliento, y en ese instante, en medio del bosque resonó la voz de una dulce niña. Nadie alcanzó a comprender lo que decía, pero lo que sí comprendieron muy bien es que: No hace falta ser la más linda, la más brillante, ni tener la mejor voz para inspirar a los hombres. Para hacer arte sólo es necesario que las acciones salgan del alma, del corazón, puesto que esa es la gran magia de la vida.
Todas las musas se sintieron muy tontas por la actitud que habían tenido hacía unos momentos. Se miraron unas a otras y todas juntas, tras unirse en un fuerte y fraternal abrazo, volaron juntas por todos los rincones de la tierra esparciendo un polvo mágico, el polvo de las musas inspiradoras.
Quizás un poquito de este polvo se escurrió por alguna chimenea, se metió por la cerradura de mi puerta y me permitió, tras estimular mi imaginación, escribir este cuento que, de más está decirlo, es arte porque salió de adentro.
“…dos gotas de agua juegan carreras en mi ventana…
...Quizás pienses que estoy loco, pero sólo miro el mundo con anteojos de colores”.
Julián M. C
Me encantó
ResponderBorrarGRacias jesi! :)
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