Un día estando en una de las clases de EDI, que es dictada por la encantadora profesora Inés, nos impartió consignas para un trabajo y dijo con su voz delicadita pero penetrante:
“-¡Chicos anoten! Realicen una narración en una narración con tema libre”; además expresó que el mismo se haría en grupo. Así fue que en ese momento juntamos las mesas de la tropa de “las charletas” (Gaby, Inés, Patry y Fiamma) y nos dispusimos a narrar.
A continuación la profesora indicó: “-no pierdan tiempo porque al final de la clase todos leeremos las narraciones y las subirán al blog, las cuales serán examinadas desde allí para calificar, siendo ésta la primera nota del trimestre. ¡GUAUUU! ¡Estábamos en el horno! Esa acotación lo dijo por nosotras, seguro que fue así, ya que somos las menos aplicadas del curso y las que casi nunca cumplimos con las tareas.
Ese día nuestro estímulo pensante era escaso diría que casi nulo, nadie podía aportar ni una idea. Todas tirábamos títulos de distintos temas pero ninguno era el adecuado.
Los primeros veinticinco minutos de la clase hablábamos; Patry y Mary como de costumbre reían; Fiamma estaba callada y Gaby pretendía hacerse la intelectual pensando en un tema, pero solo tenía esa actitud porque Inés (la profesora) había posado la mirada en ella al notar que en ese grupo nadie movía la lapicera, era obvio que tenía que disimular para que no fuéramos descubiertas y no nos reprendiera.
Luego de un lapso, a una de las cuatro se le ocurrió un tema para la narración ¡Bingooo! Estábamos a salvo, solo nos quedaban cincuenta y cinco minutos para desarrollarlo, aunque con quince nos alcanzaba. El lema era garabatear algo para poder zafar. Escribimos acerca de un maestro llamado Pepe, quien les contaba a sus alumnos su historia de vida.
Creíamos que nuestra narración iba viento en popa ya que lo hicimos rapidísimo, sin esforzarnos mucho.
Luego de un rato llegó la hora de leer los trabajos. Inés (la Prof.) dijo: “-¿quién empieza a leer?”.
Nuestro grupo, “las charletas”, miró para otro lado haciéndonos las tontas con la intención de no leer el trabajo. Para nuestra suerte una compañera del fondo (Rosaura) dijo-“comienzo yo”, y así lo hizo. ¡Pero que sorpresa nos llevamos! La narración de ella era fabulosa, tenía un tinte intelectual elevado, utilizaba unas palabras que para nuestros oídos eran extrañas o quizás no, solo que en el léxico de nosotras no existían. Todos nuestros compañeros se habían esmerado en la redacción, salvo nosotras así que en la mínima ocasión que tuvimos decidimos esconder la escritura ya que no fue hecha con responsabilidad.
Después de esa narración se leyó la de Marcelo, Daniela y Gisel; luego la de María y la de Jessy, y así la de todos los grupos; solo nosotras veníamos zafando.
En un momento de la clase se escucha la sugerencia inoportuna de una de nuestras compañeras, la cual estaba interesada en escuchar nuestra historia, que, con una pequeña sonrisa maliciosa en su rostro, incita a la profesora para que nos proponga leer la narración. Todas nos miramos y ninguna quería leerla, no solo por lo pobre de la misma, sino por el modo horrible con que fue escrita, con una falta total de compromiso. Creímos morir, estábamos a punto de ser el hazmerreír del curso. Solo teníamos ganas de enfadarnos con nuestra compañera. Pero ante el pedido insistente de nuestra docente, no pudimos negarnos. Empezamos a leer y no logramos tener una lectura de corrido ya que nuestro borrador era un desastre, ni nosotras entendíamos que habíamos querido redactar. Éste es el resultado de nuestra patética creación:
“Un día como cualquier otro, en una de sus clases, cuando desarrollaban el tema la familia, sus alumnos lo escuchaban atentamente, entonces él decidió contarle una nostálgica historia que había marcado su vida.
En un lejano pueblito de una provincia del interior vivía junto a mis padres y mis cuatro hermanos, donde todos trabajábamos en la pequeña huerta que daba sustento a la familia.
Nuestra economía era escasa por tal motivo se nos hacía muy difícil acceder a la escuela, ya que nuestros padres preferían que trabajáramos para ayudar en casa.
A mis escasos ocho años, siendo el mayor de los cinco, nuestra vida se cubrió de tragedia. Una noticia llegó rápido a nuestros oídos, en un accidente ocurrido en el campo, mi padre había fallecido.
De ahí en más, tuve que posesionarme frente a la vida como si fuera un adulto, ocupando el lugar vacío que mi progenitor había dejado, con su repentina muerte. La situación económica se hacía insostenible y mi madre tomó la triste decisión de internarnos en un orfanato. De ésta forma todos los hermanos fuimos separados y adoptados por distintas familias.
Mis padres adoptivos me trataban bien y también se ocuparon de mandarme a estudiar, por eso hoy en día soy docente y estoy contándoles mi historia de vida”
¡¡¡Que papelón!!! Efectivamente todo el curso comenzó a reír, recibíamos cargadas de todos lados. Por suerte finalizó la hora y eso fue lo que cesó con las bromas.
Pero a pesar de todo lo sucedido logramos rescatar el lado positivo, descubrimos en nosotras una escritora oculta ¡muy oculta!
ALERTA:
Para los alumnos de 2° año del profesorado de Lengua y Literatura y para la profesora Inés Carroza: ¡¡¡Vamos a seguir escribiendo!!!
FIN-
Escritoras- Gaby- Inés- Patry y Fiamma-
chicas!!!!!! Soy la bruja de la historia!!! Pero me diverti mucho con lo que escribieron. quedo hermoso!!!!! ja ja ja... les inspire rabia.... eso es mortificante, ja ja. besos. Tama
ResponderBorrarAh eras vos!! Yo me quedé pensando en quien era la que las había mandado al frente :P jejeje
ResponderBorrarMuy lindo relato chiassss