jueves, 12 de mayo de 2011

La increíble historia cuyo marco terminó por dar marco a un nuevo marco.

Marcelo Nuñez, prestigioso periodista del diario “Peor es la realidad” y a cargo de un exitoso magazine radial, se enfrentaba acaso a su más inesperado desafío justo en el momento en que su presente parecía atravesar su mayor estado de armonía.
Felizmente casado con Gisselle Estadio, la boda reciente plasmaba un viejo anhelo de esta fanático hincha de River. Su esposa, luego del civil, exhibía su  flamante nombre: “Gisselle Estadio de Nuñez”. Éste y otros momentos de plenitud le daban la sensación a Marcelo de que todas sus elecciones en la vida fueron acertadas exceptuando, claro está, la situación fortuita del club de sus amores, que se debatía entre el fondo de la tabla y los promedios que lo comprometían con las dolorosas sensaciones que naturalmente se crean ante la posibilidad cierta de jugar “la promoción”.
Cada mañana, al comenzar su programa, repasaba las pautas publicitarias y su rutina de lectura de los titulares de los diarios. En el orden nacional la puja interna por generar un candidato capaz de gobernar al país con una nueva propuesta, generaba la necesidad de convocar a los formadores de partidos, creando un interesante programa, cuyo clima político hacía transcurrir los minutos con absoluto dinamismo.
Y River… su querido River… hacía “agua” por todas partes.
Sin embargo ese lunes llamó su atención un curioso título con el que se sintió particularmente identificado: “Marcelo, un tipo que se cree que tiene la vida resuelta”.
Carcomido por la curiosidad se dispuso a estudiar la noticia con mayor detenimiento y advirtió con sorpresa que muchos de los detalles que se publicaban en el desarrollo de la nota pertenecían a su vida personal con increíble certeza: la cantidad de azúcar en el café, sus besos preferidos, el sexo por la mañana con Daniela de la Ducha, la empleada de la limpieza... todo coincidía con la misma exactitud con la que había concebido su presente. La nota también reflexionaba (o algo parecido) sobre los riesgos de una vida planificada y un precio inesperado a pagar en algún momento por tanta felicidad.
-Que no sea el descenso de River!- Se encontró exclamando en voz alta ante la mirada atónita de su operador.
Sin embargo, con el correr de los días, la anécdota se fue diluyendo entre otras prioridades de actualidad y Marcelo optó por consultar a diario la sección que, además de conocer perfectamente su vida, en ocasiones hasta se atrevía a aconsejarle sobre ciertas determinaciones a tomar para no incurrir en errores en su perfecta vida.
Marcelo, esta noche tu mujer vuelve más temprano”, rezaba un título por ejemplo. Y recomendaba en el copete de la nota una serie de excusas para no quedar envuelto en situaciones comprometidas.
Marcelo se había acostumbrado a esta vida con ciertos condicionamientos que en definitiva terminaban por brindarle confortabilidad en sus horarios y actividades. Pero lo realmente duro fue leer en el título del fatídico 5 de mayo de 2000 que, sin rodeos, decía sentenciante: “Marcelo, un tipo al que le quedan pocas horas de vida. A menos que…”.
Desesperado, interrumpió su rutina para repasar una y otra vez el escueto desarrollo de la información que, incrédulo, repasaba palabra por palabra: “…a menos que te cases con tu suegra. Además, deberás escuchar sus interesantes historias sobre lo entretenido de otros programas periodísticos en los cuales -desde ya- el tuyo no entra en la más mínima consideración.”
Así fue como Marcelo, un hombre al que las noticias terminaron por signar su vida, pagó su deuda viviendo el resto de sus años atendiendo a las historias que su ex suegra (ahora su legal esposa) le comentaba con devoción y lujo de detalles.
-¿escuchaste a Víctor Hugo esta mañana?-
-Eh…-
-¡Ah! ¡No!, si vos estás en el tuyo en el mismo horario. Bueno, te cuento: Macri, el candidato que habría querido el país para gobernar ¡y esto decílo mañana en tu programa por favor! Se bajó de la candidatura. Y Víctor Hugo lo invitó. ¿Vos no lo invitaste? Ah claro. No. Si Víctor Hugo lo invitó. Si estuvo con Víctor Hugo, no estuvo con vos-.
-…
-¡Qué grandioso lo de Víctor Hugo! Un día deberías faltar a tu programa y escucharlo.
Y así, día tras día, Marcelo se enteraba de más noticias al llegar a su hogar de la boca de su nueva esposa, que en su propio programa. Sus relatos cada mañana reflejaban la actualidad desde su particular perspectiva. Y nuestro periodista terminaba la mayoría  de las veces aprovechando su tiempo libre para convencer a Gisselle -su antigua esposa- de que el hecho de haberse casado con su madre, de alguna forma era factor común en todas las familias normales. Quizá la única sutil diferencia eran los “papeles” (tal era como se refería al rebuscado trámite que lo llevó a divorciarse y casarse de nuevo).
Parte de su argumento al justificarse con Gisselle se basaba también en que él, como periodista, se debía a los medios. De manera tal que se veía obligado a incorporar la noticia como parte de su vida. Éste fue justamente el motivo que terminó por salvar la suya.
Tampoco había tanta diferencia en este aspecto entre el pasado y el presente: Los medios ya habían condicionado su vida desde hacía mucho antes.


Del Riego, Daniela.
Morales, Marcelo.
Nuñez, Gisel.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario